
Me perteneces.
Es mío ese espacio donde apoyo la cabeza.
Y es mía tu risa fingida y tu carcajada abierta.
Y, para mi mala suerte,
también es mía
la mirada cáustica
con que descifras el planeta.
Me perteneces:
El que eres y el que aún no has sido.
Del pasado, nada sé de veras
y no sé, si un día quiera certezas.
Me perteneces,
con el caudal de efemérides
que guardas en la cabeza;
con la frialdad con que lidias
mi dolor o mi tristeza.
Eres mío con tu amargura
y con tu fortaleza.
Mío con lo que callas
y con el inclemente ruido que nunca cesa.
Mío eres
con tus dolores
y con tus ausencias,
con tu incapacidad de abrirte
a lo que otros piensan.
Míos son tus pequeños detalles
tus contados avances
y tu mirada inquieta.
Y hasta míos son
tus imposibles aires de grandeza.
Eres mío y te quiero.
En tu supuesta belleza
y tu confirmada imperfección,
y quizá por eso te quiero.
Porque en mi vanidad pienso,
que nadie te ve tan claro como yo,
y que yo, a pesar de eso,
de todas formas,
te quiero.